February 18, 2014
Es perfectamente conocido que las operaciones mineras alteran y modifican el entorno donde se realizan. A nivel primario y dentro de los efectos que se pueden generar, están los que afectan al medio ambiente:
Consecuencias negativas sobre la biodiversidad
Impacto sobre fuentes de agua
Infiltraciones al subsuelo
Ruido y vibraciones
Emisión de partículas que afectan la calidad del aire
En adición, una minería mal administrada puede llegar a tener incidencia en las comunidades cercanas a los lugares de explotación, causando problemáticas entre las que se encuentran:
Cambios en la dinámica social de las poblaciones
Migraciones
Aumento de la accidentalidad
Conflictos comunitarios
Daños a la infraestructura pública
Ante este panorama surge entonces la pregunta: ¿es posible ejercer una minería que sea responsable con el ambiente y a su vez productiva y rentable? La respuesta es que si. Existe un camino para hacer las cosas de modo correcto. Parte de la aplicación de estándares internacionales y buenas prácticas para una actividad minera comprometida con el desarrollo de las comunidades y el medio natural.
Estas buenas prácticas son definidas por la CEPAL como aquellas ¨que consideran modelos de mejoramiento de la gestión, manejo y desempeño ambiental y social de los sectores productivos, a partir de la experiencia y de casos exitosos replicables, teniendo en cuenta la naturaleza y condiciones específicas de cada actividad y su entorno.¨Están basadas en una serie de instrumentos y normas. Algunas de ellas son las siguientes:
Los principios Nos. 7, 8 y 9 del Pacto Global (Global Compact) de la ONU
Los estándares de la GRI (Global Reporting Initiative)
Los principios del ICMM (Consejo Internacional de Minería y Metales)
Estándares del Banco Mundial
Guías IFC y principios del Ecuador
Estándares ambientales ISO14000
Norma AA1000
El objetivo final de estas directrices es el de controlar, minimizar y/o compensar los impactos sobre el medio ambiente y las comunidades. De igual manera, conducen a un manejo racional de los recursos naturales y aseguran el cumplimiento de las leyes y normas nacionales.
El beneficio para las empresas que operan las minas es significativo ya que estas buenas prácticas se traducen en eficiencia en costos, reducción de riesgos futuros y pasivos ambientales y sociales, resultando al final en una buena imagen y reputación corporativa.
En síntesis, es posible una minería sostenible. Para las compañías que se dedican a la extracción de minerales es indispensable un correcto asesoramiento en las normas mencionadas, así que se mantenga un equilibrio con los diferentes entes que participan o son afectados en el contexto minero.